domingo, 6 de noviembre de 2011

El Reino de los Pranes y el Arsenal Mortal en las Cárceles Venezolanas


El ingreso de las armas a los penales se hace por la puerta grande y sin mucho disimulo. Algunos GN son responsables

“Mire, viejo, aquí no hay cuentos ni leyendas urbanas sobre las armas ‘del carro’. Si queremos meter un tanque, podemos hacerlo, todos tiene su precio y le aseguro que usted también. El dinero puede cambiar hasta los colores del arco iris, y en los penales, el dinero es lo que sobra”.

Con la sonrisa en los labios y una seguridad absoluta en cada una de sus palabras, “Yoneisis”, un ex recluso del penal de Tocorón (Ara), explica que el ingreso de las armas a los penales, por lo menos en los tres en los que él estuvo preso (Tocuyito, Rodeo I y Tocorón), se hace por la puerta principal y sin ningún tipo de problemas.

“Sólo has que esperar la madrugada y listo, aunque, por ejemplo, en Rodeo I lo hacíamos a plena luz del día, allí no había “güiro” (problema), porque todos eran corruptos, no había ni uno que se salvara”.

El ocio hace que los presos, en especial los pranes, pasen el mayor tiempo del día y la noche pensando en dos cosas: cómo hacer dinero y cómo fugarse.

La captación. Normalmente, no es problema para ningún reo la compra de armas porque el tiempo prolongado de permanencia de los guardias nacionales en los penales hace que se cree, entre reos y custodios, lazos de familiaridad, cercanía, amistad y muchas veces hasta terminan siendo compadres y hasta cuñados entre ellos.

Pero cuando un contingente es cambiado de un penal para otro, los pranes piden inmediatamente una reunión con el comandante del destacamento.

Cuando esta se da, de inmediato le informan el monto que recibirá mensualmente como “colaboración”. Ese monto puede variar desde BsF 5.000 hasta BsF 50.000, aunque en algunos casos pagaron cantidades superiores.

“Ningún jefe dice que no. Todos, absolutamente todos reciben y hasta piden su mensualidad, y cuando un comandante es cambiado a otro penal, los pranes se comunican de inmediato para informarse sobre el pago que este recibía para que en el otro penal no quiera cobrar de más”.

El chantaje. Sin embargo, hubo una excepción: un comandante de destacamento nuevo que llegó desde Caracas al Penal de Uribana (Lar) se negó rotundamente a caer en la corrupción y durante dos semanas no permitió que al penal ingresara ni un gramo de droga, licores, prostitutas, municiones ni armas.

“Estaba pasado de necio ese ‘verde’ (GN), se le ofreció inclusive más dinero del que ganaba el anterior, también se le dijo que tendría participación de un porcentaje de todo el negocio de los pranes en los penales, que es muchísimo dinero; pero seguía diciendo que no, hasta que un domingo, uno de los ‘jefes’ lo llamó y le mostró en el celular una foto de su esposa con sus dos hijos menores, a quienes unos ‘convives’ (amigos) de Caracas los tenían apuntándoles con sendas pistolas en la cabeza.

El pran, delante del verde, dio la orden para que dejaran en libertad a sus familiares y le dijo al comandante que tenía que trabajar a juro con nosotros. A la semana siguiente pidió su cambio y no lo volvimos a ver nunca más”, recordó “Caníbal”, un recluso que aún cumple condena por tres homicidios en dicho penal, y que aseguró no recordar el nombre del oficial.

En el mundo carcelario, no se conoce de lealtades, compromisos morales ni juramentos: todos los datos sobre el paradero de los familiares del comandante del destacamento fueron suministrados a los reclusos por los propios compañeros del oficial, quienes no querían quedarse sin su tajada de dinero.

Acopio. Para que las armas ingresen al interior de los penales, primero deben acopiarse, y esa etapa cuenta con varias opciones.

Hay diversas formas en las que los reclusos consiguen las armas: la primera opción la constituyen los propios efectivos de la GN, y funcionarios policiales.

“Aunque usted no lo crea, mi querido ‘pure’, ellos (GN y policías) también actúan como una banda.

Cuando no tienen ellos las armas, de inmediato se mueven para conseguirlas porque saben que hay un dinero fácil para ganarse. Generalmente son las armas que consiguen en operativos, que les quitan a nuestros convives en la calle y se las quedan. Si no, también las roban de sus cuarteles o comisarías.

Igual pasa con las granadas, ellos conocen quiénes las sacan de Cavim y las negocian”, añadió Caníbal.

La segunda opción la constituyen los familiares, quienes, tras recibir el dinero de los presos, las compran en el mercado negro o las piden a personas que los detenidos han conocido cuando estaban en libertad.

La tercera opción recae en los miembros de la banda que quedaron en libertad. Estos las compran a otros delincuentes, a policías o a GN.

Existen algunos casos en los que algunos abogados, custodios de las prisiones y algunos directores de penales se encargan de conseguirlas. Una vez que lo hacen, de todas maneras deben llevarlas a un lugar previamente convenido con el o los GN, con quienes los pranes quedaron de acuerdo para que las ingresen a los penales.

“No hay caída, hermano: si algún GN ‘se come la luz’ (no cumple con la entrega), ‘piso’ (muerte) con él o con su familia”, aseguró Yoneisis.


Falso cura. Este ex recluso recordó que en Tocorón un sacerdote metía armas ocasionalmente al penal aprovechando que no era requisado. “Ja, ja, ja, el curita se las traía. Metió dos Glock, claro, una cada vez, y luego llevaba municiones y cobraba igual que los de la GN. Era un curita medio loco que un buen día desapareció y nunca más supimos de él, aunque tiempo después me dijeron que se había ido a Centroamérica porque descubrieron que no era un sacerdote de verdad. Siempre usaba una túnica marrón con una cuestión amarrada en la cintura”.

Puerta de ingreso. “No se rompa el coco, amigo, tratando de descubrir por dónde entran las armas y si entran escondidas, desarmadas o en minitecas.

Los hierros entran por la puerta principal y en carro”, explica con total normalidad “Dragón”, ex recluso que purgó condena de 15 años por doble homicidio y tres secuestros en los penales de Uribana y Vista Hermosa (Bol).


En ambos penales, las armas ingresan por la puerta principal y en los carros de los oficiales o de algunos efectivos de la GN con quienes previamente se ponían de acuerdo.

“Todo se cuadra para un día y una hora específica, generalmente allí lo hacían en la madrugada.
Cuando se va a hacer la entrega, los pranes ‘cantan una luz’ (ubican un lugar en el penal) en donde meten a todos los internos para que no vean cómo y quién entrega las armas.
Esto se hace en el turno de los guardias que están en la mafia con el comandante del destacamento. No hay nada que ocultar: se sacan las armas, se cuentan, se entrega la munición y se paga”.
Dragón explicó que es rara la vez en que para el ingreso de armas los pranes llegan a acuerdos con los directores de los penales: “Eso sólo ocurre cuando el comandante pide demasiado dinero. Entonces, para demostrarle quiénes somos los que mandamos, le abrimos otro frente en el negocio, aunque, claro, el director también debe darle una parte al comandante.
Ellos son caimanes del mismo pozo”.

“Los directores están metidos en otras cosas, más con los problemas legales, traslados, asignaciones, algunas veces en el ingreso de las drogas, pero a ellos los pranes los arreglan de otra manera; a veces les pagan con carros, casas, ganado, mercancía y hasta fincas. Una vez, el pran de Vista Hermosa iba a ser trasladado a Tocuyito y el director de ese penal se encargó de mover todo lo legal para que se quedara. En esa oportunidad le pagaron con una camioneta y una casa”, recordó Dragón.

En efectivo. Los pranes tienen una ley: ningún pago debe dejar rastros, todo debe ser en efectivo. A los penales ingresan desde chopos hasta fusiles, ametralladoras, granadas, dinamita y hasta explosivos C-4.

“En las cárceles no hay bancos, todo es en efectivo o tarjetas telefónicas, que es una segunda moneda. Nunca hay crédito en este negocio en el que se incumple, se paga con la vida, dentro o fuera del penal y de lado y lado. Tenemos códigos que respetamos; el que los viole, sabe que será castigado”.

Nuevos pranes. Tras los sucesos de los penales Rodeo I y Rodeo II en la primera semana de junio de este año, no habían pasado dos días desde que los 268 internos de Rodeo I habían quedado aislados en el penal cuando ya varios de ellos contaban con celulares nuevos y pistolas.
Ahora, se está creando un nuevo clan con jefes y luceros.
La pregunta: ¿cómo volvieron a ingresar los celulares y las armas a Rodeo I si se supone que la custodia y seguridad se ha multiplicado?

Inhibidores. En países como España, Brasil, Estados Unidos y muchos otros, en las prisiones las autoridades han colocado “inhibidores” de llamadas que impiden que desde el interior de los penales puedan salir las llamadas de celulares.

“En Tocorón, hasta antes de la masacre del primero de octubre del año pasado en la que murieron 16 internos y se produjo el cambio de gobierno, había una motocicleta propiedad de uno de los pranes. Circulaba libremente por el penal y por su ingreso pagaron BsF 10.000”, relató Yoneisis.

Tanto poder tiene el dinero en las prisiones que el líder negativo de Rodeo II, Yoifre, en su nuevo lugar de reclusión –una celda de dos metros cuadrados– ya cuenta con celular, con el cual se comunica a diario con sus familiares.

El culpable de toda esta crisis es el Estado JCH Caracas.
“El culpable de todo este relajo y todo este problema es el Estado y no unos pobres ‘pendejos’ que están allí recibiendo insultos de todo el mundo”, expresó con indignación un alto oficial de la GN que formó parte de ese destacamento que cuidan las prisiones; por no estar autorizado a prestar declaraciones, solicitó el anonimato.

El oficial explicó que, desde 1948, cuando se inauguró la Penitenciaría General de Venezuela (Guá), el sistema de seguridad externa de las prisiones no ha cambiado ni se ha invertido “ni un centavo en dotarla de tecnología para el resguardo externo”.

Señaló que los GN trabajan 27 días seguidos por cuatro de descanso y que nadie podría soportar dicho tren de trabajo.

Negó que las armas largas y de potencia sean introducidas por los GN: “Quizás un guardia pueda pasar una pistola o un revólver, pero no las armas largas. Eso viene de más arriba”. ■


VTV 4 de agosto 2011

En el marco de la celebración de los 74 años de la Guardia Nacional, el Comandante General de la Guardia, Luis Motta Domínguez, intervino en el programa “Toda Venezuela” donde habló entre otros temas, sobre la crisis del penal El Rodeo.

“Hay efectivos de la GNB sin honor que se prestaron por míseras monedas, nosotros los llamamos Judas, son traidores a la patria y sin embargo, esas armas que dejaron entrar fueron usadas para matar a nuestros propios compañeros“, explicó.

Motta negó que los guardias nacionales sean los que impidan o negocien los traslados de los reclusos porque “son las mafias (carcelarias) las que influyen mucho en la vida del preso”.

Explicó que cuando se requiere un traslado, los tribunales envían una lista con nombre y apellido que es recibida por el director del penal, quien a su vez la remite al custodio para que éste acuda a la puerta del recinto y llame al privado de libertad.“El pran (reo que encabeza la mafia penitencia) es el que le dice al preso ‘tú para poderte ir tienes que pagar’.

El guardia nacional, que es el que traslada, no puede decidir eso”, detalló el Comandante.

Sobre este aspecto anunció que este jueves se realizarán actos para honrar la memoria de los 3 miembros caídos en los hechos de El Rodeo. “Eso nunca les devolverá la vida, pero queremos honrarlos”.

3 comentarios:

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