lunes, 31 de octubre de 2011

El Reino de los Pranes


Rodeo al rojo vivo, para conservar la vida en los penales, todo reo debe pagar


Cuando Wilmer Brizuela “Wilmito” hablaba, no se escuchaba ni un susurro en el penal.

El silencio era absoluto. Sus palabras o deseos se convertían de inmediato en órdenes que eran acatadas sin cuestionamiento alguno por el millar de detenidos en el penal de Vista Hermosa, en Ciudad Bolívar (Bol).

Todos prestaban atención a lo que decía “el pran” o dueño “del carro” mientras permanecían en una correcta formación, similar a las de cualquier cuartel militar.

Siempre estaba armado, al igual que los seis luceros que no se separaban de él ni a sol ni sombra. Su autoridad era incuestionable, por ejemplo, no aceptaba que nadie botara basura en el penal, quien lo hiciera era reprendido; si persistía en la falta, sancionado. Sentenciado a nueve años por secuestro, Wilmer Brizuela, de quien alguna vez el presidente Hugo Chávez en uno de sus programas dijera, en tono socarrón y dirigiéndose al gobernador de Bolívar… “ese Wilmito parece que manda más que tú”, controló él sólo el penal de Vista Hermosa.

Historia de poder.
Llegar a ocupar ese “estatus” dentro del penal no ha sido algo que le llegó de la noche a la mañana, ni lo ha sido para el común de los jefes en todos los centros penitenciarios.

Aunque es a partir de 1995 cuando se conoce la denominación de pran, como tal, a raíz de una protesta liderada por un reo del ex Retén de Catia, la existencia de reclusos con poder que controlaban y sometían a otros por la fuerza y el terror, ha sido una constante desde que se inventaron las prisiones.

De Puerto Rico.
A pesar de que hay varias opiniones sobre el significado de la palabra pran, la que más se acerca a la realidad es aquella que sostiene que esa denominación proviene de Puerto Rico, donde significa “cochecito”.
Trasladada a Venezuela, los reclusos la hicieron suya, toda vez que en las cárceles los pranes o sus seguidores, miembros de una misma banda, conforman el “carro” y su jefe es el que lleva el volante.

No obstante, otras versiones señalan que, por sus siglas, pran significa Preso; Rematado; Asesino; Nato.

Llegar a ese estatus, cuesta.
Quienes lo logran son aquellos que supieron “aprovechar” las oportunidades, son los más sanguinarios y cuentan con recursos económicos suficientes como para comprar armas y hacerse del poder. Generalmente, quienes llegan a ese nivel caen presos por homicidio, secuestro o narcotráfico es decir, los más brutales.

Hay otros que son recibidos con mucho respeto por la población penal que inmediatamente les busca una habitación y les da cierta jerarquía, ellos son los que han asesinado o herido a algún funcionario policial. De allí a ser pran, hay una distancia muy corta.

Nacimiento de un pran.
Lo primero que hace ese tipo de reclusos es conseguir un arma, o varias. Hace las compras con mucho sigilo, tratando que el pran no se entere. Si tiene dinero, inicialmente busca cinco o seis reclusos a quienes nombra como su personal de seguridad.

Luego los arma, y espera el momento ideal para matar al pran y hacerse del control total del penal.

Algunas veces esas reyertas, también conocidas en el lenguaje carcelario como “cambio de poder”, son muy sangrientas y producen decenas de muertos, como la ocurrida el primero de enero de 2007 en el penal Uribana, ubicado en el estado Lara, cuando un grupo de reclusos asesinó a los líderes de todos los pabellones para tomar el control.

La riña causó 16 víctimas fatales y 13 heridos, algunos de los cadáveres fueron mutilados.

Los beneficios, producto del control del penal, son innumerables. Por ejemplo, el pran se encarga de cobrar a través de sus “luceros”,que son otros presos que forman parte de su anillo de seguridad, una cuota semanal que sencillamente garantiza la vida de los demás reos.

Esa cuota obligatoria se conoce como “la causa” y es el impuesto que debe pagar cada uno de los reos para que el pran no los mate.

Pagar para vivir.
El líder del penal cobra por todo. Para que un recluso pueda salir a tribunales, primero debe cancelar entre BsF 200 y BsF 500. Cuando el pran lo autoriza, previo pago, el privado de libertad deberá volver a pagar BsF 100 a los guardias nacionales para que le permitan subir al vehículo que lo trasladará a los juzgados.

Pero los beneficios económicos se multiplican, controla, además, la cantina, la venta de licor, cigarrillos, drogas, el alquiler de teléfonos celulares, el ingreso de artefactos eléctricos, neveras, televisores, computadoras, el alquiler de minitecas, contrato con artistas, autorizaciones para que los internos puedan vender artesanías, perros calientes, empanadas, etc.

Danza de millones.
En Rodeo II, el jefe de los delincuentes, apodado “el Oriente”, sólo por el cobro de “la causa” obtiene un ingreso semanal mínimo de BsF 60.000, aparte del pago especial que hacen los reclusos que se encuentran en situación “especial”, viviendo en los pabellones administrativos. Esos presos también tienen que hacer un pago doble. El primero es al director del penal para que le permita ocupar un área administrativa. Esa “contribución económica” puede variar entre BsF 4.000 a BsF 10.000. El segundo pago es el que hacen a los pranes para que les permitan seguir con vida, ocupando esos espacios físicos y puede variar entre BsF 1.000 a BsF 5.000 mensual.

El enorme poder económico que detenta el jefe de los presos le permite sobornar a as personas responsables de la custodia del penal, para que les permitan ngresar amas, drogas, municiones y licores.

Por ejemplo, el líder de los presos paga a los custodios BsF 100 por cada botella de licor que ingresa al penal; por cada kilo de cocaína, pagan entre BsF 8.000 y BsF 10.000.

Por permitir el ingreso de una panela de marihuana, la vacuna de los funcionarios es de BsF 3.000 mientras que por una porción de “piedras” que son unas drogas sintéticas, los presos pagan BsF 100.

Desde sus cómodas celdas, que generalmente cuentan con televisores pantalla plana, nevera, aire acondicionado, cocina, DVD, computadoras, colecciones de gorras, zapatos y ropa de marca y licores en abundancia, esos delincuentes dirigen los secuestros, atracos, robo de vehículos, asesinatos, apoyados por las nuevas tecnologías y las redes sociales.

Hampa tecnológica.
Como lo que les sobra es tiempo, los pranes cuentan con uno o dos reos que conocen el manejo de Internet y las redes sociales. Algunas veces, son ellos mismos los que se dedican muchas horas del día a buscar posibles víctimas, sobre todo a través del Facebook.

Creando diferentes cuentas en Facebook con identidades falsas, logran que sus invitaciones sean aceptadas y es allí cuando comienzan su trabajo de recabar datos de sus probables víctimas, generalmente jóvenes que, sin ningún cuidado, colocan en la red social fotos e información detalladas de las propiedades de sus padres, la dirección donde viven, los carros que tienen, viajes que hacen al exterior, direcciones, números telefónicos y correos personales, de tal manera que el acopio de información es relativamente sencillo para los líderes de los internos.

Tras elegir la víctima y consumar el secuestro, es el pran quien directamente –y desde el penal– dirige la negociación con los familiares.

Cada vez que cuentan con el permiso para organizar alguna actividad con presencia masiva de familiares, autoridades, grupos musicales o reos de otros penales, consultan a través de sus computadoras páginas sobre el reporte del tiempo, perspectivas, predicciones, si va a llover o no y así deciden el día y la hora de su actividad.

Los pranes de Tocorón y Uribana contaban con computadoras personales con acceso a Google Earth en tiempo real, para poder vigilar las casas y propiedades de sus víctimas, así como sus “caletas” y lugares donde mantienen al secuestrado; es decir, la tecnología al servicio del hampa.

Corta vida.
El reinado de los pranes generalmente suele durar entre uno y quizás tres años. La ambición por el poder y el dinero es tan grande que, en el momento menos pensado, se produce un enfrentamiento que los presos llaman “cambio de poder” y otro grupo toma el control. Casi siempre es otro recluso del entorno el que se hace con el mando.

En ese momento no hay contemplaciones ni fidelidades, simplemente es un desplace por otro y listo, un quítate tú para ponerme yo, pero a balazos.

No, allí prevalece la muerte. La única manera de que haya un nuevo líder es que el anterior muera y así es. En las cárceles no existen “ex pranes”.

Cambio de Gobierno.
La madrugada del jueves 23 de junio, fueron asesinados cuatro “principales” de la cárcel de Uribana en una reyerta en el que el grupo rival se hizo del control del penal.

El área de media seguridad “...en el momento menos pensado, se produce un enfrentamiento que los reos llaman ‘cambio de poder’ y otro grupo toma el control” del penal, lugar donde estaban recluidos los pranes, fue tomada por cinco reos quienes llegaron y mataron a sus jefes. Allí murieron Jesús Álvarez, Abel Cira Terán, Jarly Domínguez y Johan José Tarazona.

El “cambio de mando” fue por los excesivos cobros de la “causa”. El pago que hacen los reos para que no los maten lo habían subido a BsF 150 semanal y eso produjo la revuelta.

El martes 28 de junio, el penal de Tocorón amaneció con “nuevo gobierno”. Un día antes, y tras un enfrentamiento que duró cuatro horas, mataron a tres reclusos: Jaime Francisco Torres (El Goajiro), segundo al mando; Nelson Esteban Sánchez Soto y a Oscar Humberto Bermúdez Silva “el Papá”, quien lideraba el área de La Torre y tenía el control absoluto del penal. Ahora hay “nuevo gobierno”. ■

1 comentario:

reddeapoyowilmerywilmary@gmail.com dijo...

Saludos., reddeapoyowilmerywilmary@gmail.com., estamos sacando a la luz publica, redes sociales, y al mundo,., informacion de contrainteligencia sobre el caso de la doctora casado y el fallecimiento de su hermana...pronto saldra al aire versiones confidenciales